Elogio del fracaso

En los años que vengo ayudando a solucionar y superar crisis empresariales he observado distintas maneras de enfrentarse a esta situación y de encarar un posible fracaso empresarial.

Las más de las veces se tiende a cargar de negatividad la situación y verlo como insuperable e irreversible. Lo cual condiciona en negativo la actitud con la que se enfrentan al problema, que ciertamente es preocupante, pero que no tiene por qué ser definitiva.

Por el contrario, en algunas ocasiones -las menos ciertamente- la manera de afrontar la difícil situación es mucho más positiva y posibilista, lo que favorece el correcto diagnóstico del problema, su tratamiento y la consecución de su solución.

Estas distintas maneras de enfrentarse a estos momentos de dificultad empresarial, me ha llevado a preguntarme cuál es el determinante que hace que la abordemos de una u otra forma. Y después de un tiempo de reflexión creo que más allá del patrón optimista o pesimista que predomine en el carácter de los interesados, lo que subyace es la distinta comprensión que se tenga del concepto de fracaso.

Y es en este punto donde cobra sentido que nos preguntamos qué entendemos por fracaso, pues en función de lo que signifique para nosotros condicionará la manera de relacionarnos con él y nos influirá positiva o negativamente en nuestra actitud y energía con la que afrentemos la situación crítica.

Acudiendo, en primer lugar, al Diccionario de la RAE, por fracaso se entiende “malogro, resultado adverso de una empresa o negocio”.

De esta primera aproximación al concepto de fracaso podemos observar que el objeto del fracaso es la empresa o negocio, no la persona. Por ello, siendo fieles a esta definición, es incorrecto sentirse fracasado personalmente cuando de lo que estamos hablando es de una empresa o negocio. De ahí la importancia de no personalizar el problema y distanciarse emocionalmente de la situación crítica. Lo anterior ayudará, sin lugar a dudas, a que seamos más realistas, objetivos y posibilistas, lo que contribuirá a afrontar en mejores condiciones la crisis empresarial.

Yendo un poco más allá de la definición expuesta, realmente creo que el fracaso en los negocios o en las empresas no ha de percibirse como la antítesis del éxito, sino más bien como un paso más en el camino de su consecución, a la realización y superación, como un aprendizaje, una oportunidad de sacar lo mejor que llevamos dentro, un momento de dificultad en el que hacer valía de todas nuestras capacidades y talentos, en definitiva, una oportunidad de demostrarnos que no hay éxito sin fracaso y que todo fracaso conduce al éxito.

De ahí el título de estas reflexiones, de ahí el elogio al fracaso, de ahí ensalzar las cualidades de todo fracaso, pues sin él no seriamos mejores, sin él no creceríamos profesionalmente, sin él no apreciaríamos el triunfo, sin él no alcanzaríamos el éxito.

Por ello, ante una crisis empresarial no temamos un posible fracaso, abracémoslo y encarémoslo como lo que es, una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, en definitiva, un paso más en el camino de nuestro éxito.

Antonio Almendros Ruiz

Socio Director abogado

 

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